Con la participación como disertantes de ministros de Salud de cuatro provincias y equipos técnicos de las 24 jurisdicciones del país, se constituye el Foro Federal sobre Políticas y Redes de Atención del ACV Isquémico.
El ACV es la principal causa de discapacidad adquirida y la tercera de mortalidad en Argentina donde se registran cada año cerca de 60 mil casos y su impacto sanitario y social depende de la gravedad del episodio, pero también de la rapidez y eficiencia con la que los sistemas de salud logran responder, por lo cual el trabajo en red emerge como una de las estrategias más efectivas para salvar vidas y reducir secuelas.
La Organización Mundial de la Salud define al ACV como una emergencia médica tiempo-dependiente: cada minuto que pasa sin atención se pierden millones de neuronas. Por eso, los sistemas más exitosos son aquellos que -en un entramado coordinado y previsible- integran distintos niveles de atención, desde el primer contacto en la guardia o en un centro de salud hasta el acceso a unidades especializadas y la rehabilitación.
Con la participación como disertantes de ministros de Salud de cuatro provincias y equipos técnicos de las 24 jurisdicciones del país, se constituye el Foro Federal sobre Políticas y Redes de Atención del ACV Isquémico, un espacio de alcance nacional que pone en el centro el debate sobre las políticas sanitarias vinculadas al ACV.
El foro marca un cambio de paradigma: ya no se trata únicamente de difundir la problemática del ACV ni de centrarse en la perspectiva clínica, sino de abrir un espacio político y técnico que fortalezca las redes de atención federales, respetando la diversidad de contextos locales.
El evento reunió a más de 100 funcionarios provinciales, referentes de redes de ACV, equipos de emergencias, neurólogos y representantes de obras sociales, entre otros actores del sistema de salud. En la Argentina, ya existen experiencias que muestran el valor de este modelo, como las siguientes:
– Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) amplió la Red de Atención para el ACV, incorporó nuevos hospitales a su circuito de derivación, actualizó los protocolos de respuesta y fortaleció la coordinación con el SAME, con el objetivo de asegurar una atención inmediata y eficaz.
– Córdoba desarrolló una red provincial de ACV que incluye 24 hospitales de referencia, protocolos unificados, capacitación continua y un sistema de derivación rápida.
– Mendoza implementó una red interinstitucional que contempla todos los niveles de atención, desde el más complejo hasta los centros de salud.
– Salta lanzó un modelo de telemedicina, para que centros sin neurólogos de guardia accedan en tiempo real a asesoramiento de especialistas para decidir la conducta terapéutica.
– Tucumán desde 2018 ha implementado un Programa Provincial de ACV, priorizando como política pública el ACV mediante la creación de redes, mejorando la infraestructura y brindando capacitación de personal médico en el diagnóstico y tratamiento de ACV.
Estas experiencias buscan inspirar a otras jurisdicciones a replicar o adaptar lo que ya funciona, demostrando que es posible avanzar en la reducción de secuelas y muertes por ACV, al mejorar la tasa de diagnósticos tempranos, tratamientos a tiempo y reducción de inequidades.
“La creación de este foro busca resignificar la noción de federalismo en salud. Si en el ámbito clínico cada minuto cuenta para salvar neuronas, en el terreno de las políticas cada decisión a tiempo evita inequidades que dejan a miles de personas sin la atención que necesitan”, señaló la Dra. Zulma Ortiz, médica especializada en salud pública y Directora de la Maestría de Investigación Traslacional de la Universidad Nacional Arturo Jauretche.
El manejo eficiente del ACV exige una serie de componentes básicos, entre ellos, contar con protocolos estandarizados que unifiquen la respuesta en todo el territorio, sistemas de referencia claros, equipos para diagnóstico por imágenes y quirófano disponibles, capacitación continua de los equipos de salud y campañas de concientización.
Una de las principales barreras para llegar a tiempo sigue siendo el desconocimiento de los síntomas por parte de la comunidad. Estos son la pérdida repentina de fuerza en la cara, el brazo o la pierna, las dificultades para hablar o la alteración de la visión.
“La comunidad médica coincide en que el ACV es una carrera contra el reloj. Pero para correrla bien no alcanza con un hospital preparado: necesitamos corredores en cada tramo. La familia que llama al servicio de emergencias, la ambulancia que traslada, el hospital que recibe, el equipo médico que diagnostica e interviene, además del centro que rehabilita. Todos forman parte de una misma cadena, y si esta se interrumpe o falla en un punto, el paciente se ve perjudicado”, advirtió el Dr. Pablo Ioli, médico neurólogo, presidente de la Sociedad Neurológica Argentina.
Sin embargo, los especialistas coinciden en que aún falta avanzar en la consolidación de estas redes en diversos puntos del país. Las diferencias entre jurisdicciones, la fragmentación del sistema y las dificultades en la articulación público-privada siguen siendo desafíos centrales. En provincias con alta dispersión geográfica, la telemedicina aparece como una herramienta indispensable para acercar diagnóstico y tratamiento a zonas alejadas.
Más allá del aspecto clínico, el ACV también tiene un fuerte impacto económico: los costos de la discapacidad prolongada son muy superiores a los de la atención aguda y la rehabilitación temprana. En ese sentido, invertir en redes –además de mejorar la salud de la población- también resulta más eficiente para los sistemas sanitarios.
“El foro también abre el debate sobre cómo mejorar la articulación entre subsistemas de salud. En muchos territorios, la disponibilidad de tomógrafos o servicios especializados depende tanto de hospitales públicos como de centros privados u obras sociales. Integrar esos recursos en una misma red es clave para asegurar que toda persona que sufra un ACV reciba atención oportuna, independientemente del lugar donde viva o de la cobertura que posea”, concluyó la Dra. Ortiz.
El ACV seguirá siendo un desafío de salud pública relevante en los próximos años, la diferencia entre que un paciente recupere autonomía y se reinserte laboral o socialmente o que quede con secuelas de por vida depende de minutos, pero también de decisiones de organización y esas decisiones, según coinciden los expertos, deben priorizar la construcción de redes de atención integradas, federales y sostenibles.